Llegué a La Albufera por casualidad durante un viaje repentino a Valencia. Uno de nuestros acompañantes insistió en ir al lugar ubicado a unos diez kilómetros de la ciudad. No tenía muchas expectativas, pero Alfredo puede ser bastante insistente, así que después de la comida nos pusimos en marcha. Tras media hora de camino en carro llegamos al Parque Natural de La Albufera.
Atravesamos las calles del pequeño pueblo, era la hora de la siesta, así que estaban prácticamente desiertas. Al final llegamos a un estrecho camino que nos obligaba a transitar al borde del agua.
La palabra Albufera viene del árabe y significa “pequeño mar”. Es el término que se utiliza para identificar una laguna, separada del mar por una estrecha barrera de arena y tierra, pero que mantiene uno o varios puntos por donde las aguas se mezclan. Esas características hacen que se transformen en espacios llenos de vida, con abundante variedad de peces, vegetación acuática y aves migratorias.
La Albufera es famosa por su gastronomía. Dicen los que saben, que fue justo allí donde nació la paella, un plato de origen humilde que se hacía con arroz acompañado con los ingredientes que pudieran conseguir, y que hoy ha evolucionado y trascendido las fronteras.
Tanta belleza me sorprendió. Aquel lugar no se parecía a nada que hubiera visto jamás. Caía la tarde, soplaba una agradable brisa marina y, sin embargo, el agua estaba inmóvil como un espejo. Se respiraba tanta paz, que sobraban las palabras. Éramos nosotros en kilómetros y kilómetros de arrozales sumergidos. De pronto nos sorprendió una pareja dando un romántico paseo en bicicleta… un poco más adelante, una familia completa daba una caminata sobre un filo de tierra casi invisible entre los espejos de agua, el sol se ponía en el horizonte y solo nos permitía ver sus siluetas, era la foto perfecta.
Hicimos una pausa para disfrutar de aquel momento y entendí porque su encanto ha sido fuente de inspiración para grandes artistas. Joaquín Sorolla, pintó en 1895 “Barco en la Albufera”, Vicente Blasco Ibáñez, publicó en 1902 su novela “Cañas y Barro”; que a su vez inspiró una serie de televisión con el mismo nombre en 1978. Y aunque ahora La Albufera es uno de los sitios favoritos de los fotógrafos, pintores y escritores que reflejaron sus impactantes paisajes en sus obras, quizás los más precisos fueron los antiguos poetas árabes quienes en sus versos le llamaban a La Albufera “El Espejo del Sol”.
Te invito a ver el vídeo que intenta recoger las imágenes de uno de los atardeceres más especiales que he disfrutado.
Comments