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Foto del escritorAlexandra Ciniglio

El cuadro o la vida

Llegué al Museo Thyssen-Bornemisza en Madrid buscando un cuadro. Había leído en las noticias que los tribunales de Estados Unidos iniciaban lo que podría ser la última batalla de una guerra legal que empezó hace trece años. No fue difícil encontrarlo entre las mil obras del museo, pues su ubicación está detallada en su página web: primera planta, sala 32b, pintura europea del siglo XIX. Así, sin mucho esfuerzo, estaba frente a mí, Calle de San Honore, por la tarde, con efecto de lluvia”, la obra del impresionista Camille Pissarro, pintado en 1897.

Calle de San Honore, por la tarde, con efecto de lluvia

El óleo sobre lienzo me sorprendió por su belleza y me atrapó con su historia que nos lleva al año 1900, cuando la familia de Lilly Cassirer lo compró para su conocida galería de arte en Berlín. Con los años la galería cerró, pero el cuadro se quedó con la familia y por años fue el centro de la decoración del salón de su casa. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, comenzó la persecución a los judíos y los Cassirer se vieron obligados a vender el Pissarro a un marchante de arte del partido nazi por un precio ridículo, 360 dólares, y un visado para huir de Alemania y así escapar de una muerte segura en algún campo de exterminio.

El Pissarro en el salón de la casa de los Cassirer

Absorbida por los trazos siento la tristeza que embargaba a Pissarro en aquel invierno, cuando a sus sesenta y siete años tuvo que dejar su vida en el campo y regresar a París, la ciudad que le vio nacer como artista y donde pintó aquel cuadro desde el cuarto de su hotel. Cuando le fue despojado a los Cassirer se perdió su rastro, hasta que en los años 50, fue adquirido por coleccionistas en Estados Unidos. En 1976, fue comprado por el barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza por 275 mil dólares y pasó a formar parte de su colección privada, colección que en 1993 fue adquirida por el gobierno español. Los Cassirer se enteraron por casualidad de su existencia en el año 2000, cuando un amigo visitó el Museo Thyssen-Bornemisza en Madrid.


Camille Pissarro adquirió la nacionalidad francesa, pero nunca renunció a su nacionalidad danesa. Nacido en la isla de Saint Thomas en las Antillas, en ese entonces pertenecientes a Dinamarca, encontró la fama en París donde se convirtió en uno de los padres del impresionismo. En 2005 Claude Cassirer, el nieto de Lilly, presentó la demanda y aunque un primer fallo dio la razón a la Fundación Thyssen-Bornemisza, dejó abierto un ángulo legal que podría terminar dándole la razón a los demandantes. El cuadro tiene detrás varias etiquetas arrancadas, una práctica habitual de los nazis para intentar borrar el rastro de las obras robadas. Entre las etiquetas hay una donde se lee parcialmente la dirección de la galería de los Cassirer en Berlín. Dicen los demandantes que el barón, considerado uno de los mayores expertos de arte en el mundo, tuvo que notar ese detalle. Además el cuadro estaba incluido en una lista de obras robadas, elaborada por el Ministerio de Cultura francés después de la Segunda Guerra Mundial. ¿Sabía el barón que estaba comprando arte robado por los nazis? Murió en 2002, así que no puede respondernos, pero de ser ciertas las sospechas, podría ser considerado encubridor del expolio nazi de miles y miles de obras de arte de toda Europa.

El barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza

C. Pissarro, así está firmado el cuadro, pero en realidad se llamaba Jacob Abraham Camille Pissarro y era judío sefardí de madre dominicana. Murió en 1903 y puedo estar segura de que jamás imaginó la polémica detrás de su obra; tampoco sospechó que los judíos serían perseguidos, despojados de sus bienes y asesinados; nunca presintió que en el siglo XX, el refinado mundo de las artes volviera a ensuciarse las manos traficando con obras robadas.


El cuadro, valorado en 30 millones de dólares, continúa expuesto en la sala 32b y como el resto de la colección se puede comprar una réplica en alta resolución en la tienda del Museo. Mientras, con la muerte de Claude Cassirer, su hijo David continúa la demanda que podría devolverle el cuadro que le arrebataron a su familia y gracias al cual sus bisabuelos salvaron la vida.

El polémico cuadro disponible en la tienda del museo

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