Situadas en el municipio español de Santillana del Mar, en Cantabria se encuentran Las Cuevas de Altamira. El lugar descubierto en 1880 reúne una serie de pinturas reconocidas científicamente como “El Arte del Paleolítico”, el más antiguo de los periodos prehistóricos. Según los estudios se trata de signos y figuras pintadas en la cueva a lo largo de miles de años, por los diferentes grupos humanos que habitaron el lugar. Los expertos estiman que las obras más antiguas fueron realizadas hace 20 mil años y las más recientes hace unos 13 mil años; cuando se presume que un desprendimiento en la cueva bloqueó el acceso al lugar. Por suerte las condiciones ambientales permitieron su conservación hasta que fueron descubiertas hace ciento treinta y ocho años.
La Cueva de Altamira mide unos 270 metros de longitud y tiene tres áreas: Un vestíbulo amplio, con iluminación natural que se cree que era la parte más habitable de la cueva. Seguida está la sala donde están las pinturas, conocida actualmente como la “Capilla Sixtina del arte cuaternario”. Por último, hay pequeñas salas y corredores que también están decoradas. Las manifestaciones artísticas incluyen cientos de figuras entre ciervos, caballos y espectaculares bisontes de un intenso color rojo en diferentes posiciones. Llama la atención como el artista aprovechó el relieve de la roca para integrarlo al diseño, logrando un gran realismo.
La conservación de las Cuevas de Altamira se convirtió en un reto desde su descubrimiento. La situación empeoró cuando en los años setenta el numero de visitantes creció alcanzando la cifra de ciento setenta mil personas en un solo año. Por recomendación de los conservadores las cuevas se cerraron al público entre 1979 y 1982 cuando se reabrieron con pases restringidos, pero la medida no funcionó y tuvieron que ser nuevamente cerradas al público en el año 2002.
Desde entonces visitar las cuevas es imposible. La buena noticia es que una réplica impresionante de estas obras en el corazón de Madrid. Se trata de una exposición permanente escondida en una sala subterránea del Museo Antropológico, situado en la Calle Serrano. A través de una escalera en el jardín se llega a una cueva artificial que invita al visitante a imaginar que viaja hasta las cuevas en Cantabria.
El ambiente oscuro y callado del lugar recrea la atmósfera perfecta para admirar una parte de las obras. Un juego de luces, espejos y videos explicativos hacen de la experiencia algo fascinante.
La Cueva de Altamira es considerada desde 1985 Patrimonio de la Humanidad. Espero que algún día las nuevas tecnologías permitan reabrirlas al público sin ponerlas en riesgo. Mientras llega el día en que podré visitarlas estoy satisfecha y admirada con la visita al Museo Antropológico. El acceso a la réplica de Altamira no tiene costo.
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